4.17.2008

Pelusio, las interpretaciones

En el medio de la selva del amazonas reside Pelusio, el Incomparable. Hasta allí se costeó una vez un escritor húngaro en busca del camino de la iluminación, esperando encontrar la fuente de inspiración única y verdadera, la musa irreductible, indestructible, eterna. El escritor era bueno en lo suyo, pero no era el mejor. Y quería, necesitaba serlo. No le faltaba técnica, pues la tenía y de sobra: le faltaban ideas. Nuevas y enriquecedoras ideas. En busca fue entonces de Pelusio, para que éste lo guiara con sus sabias palabras. Luego de unas horas de buscarlo (porque Pelusio puede aparecer a las horas o a las semanas, según se le cante las pelotas), encontró al Grande sentado en la rama de un árbol, peinando una nutria con la palma de su mano, como solo él puede hacerlo. El escritor, lleno de gozo, le gritó desde abajo:

- Pelusio, gran maestro, he venido en busca de tu consejo, pues soy escritor y …
- Hace un tiempo – interrumpió el Magnánimo, desde su rama, sin quitar la vista de su nutria- vino a mi encuentro un pintor frustrado, que nunca en su vida había vendido un cuadro, y eso era, creeme, lo único que tenía en común con Van Gogh. Lo pobre. Trajo sus cuadros, yo los vi apenas con el rabillo del ojo y le dije que eran lo más feo que había visto en mi vida, que se largara inmediatamente con esas vomiticidades, y el hombre se marchó, llorando. Sus lágrimas cayeron en las telas y dotaron a las obras de una nueva cualidad. Cuando llegó a su hogar, el artista inventó el tear painting. Hoy es millonario y expone en el MoMA, el Pompidou, y otros museos con nombres raros y feos…
- Conozco la historia maestro, pero lo que …
- Yo también soy escritor – retomó el hilo Pelusio, que hablaba y dejaba hablar a su antojo, todavía mirando a su nutria, todavía despeinada- mas no he escrito nada en mi vida. Mi poesía es esta nutria pequeñita y la respiración precisa. Un corazón es un poema. Sístole, diástole, sístole: métrica perfecta. Si tu quieres ser un gran escritor, solo debes escuchar lo que tienes dentro.

El escritor lo escuchó y estuvo a punto de volver a hablar, pero en ese momento Pelusio quitó la vista del pelaje ya prolijo de su amiga nutria y lo miró, directo a los ojos. La mirada penetrante del Poderoso le hizo entender al escritor que las palabras del profeta habían llegado hasta ahí, y no más. Se marchó entonces el escritor, repitiendo en su interior las últimas y sabias palabras del Máximo: “solo debes escuchar lo que tienes dentro… solo debes…”

Así retirose el húngaro, intentando hacer caso de las palabras del Sabio, mas a los pocos días un problema en el corazón lo dejo planchado de manera veloz y eficaz. Y ahí, en su último instante, en su último respiro, volvió a repetir las palabras de Pelusio y comprendió todo: “Solo debes escuchar lo que tienes dentro…”, que era otra forma de decir “Nunca vas a ser un gran escritor si te morís. Hacete revisar el bobo que te sopla”.

Las enseñanzas de Pelusio no son al por mayor ni están masticadas. Cuando él habla hay que pensar lo que está diciendo. Su grandeza es enorme, y grandes y dichosos son los oídos que su voz endulza, y ninguna de sus palabras sobra, ninguna está de más, pues cuando no hay nada para decir, mejor es callar. O en palabras del Poeta: “Para qué te la voy a decir, si no me la vas a escuchar.”

3 comentarios:

El acumulador dijo...

Pelusio, un grande, lei todos sus libros...o eran los de socrates? ...bueno lei los de los dos.

maldito castor dijo...

Me siento más pelotudo, me inclino ante Pelusio y su sabiduría.

Anónimo dijo...

un pelotudo comentando!!!
aunque por lo que leo en SU web, no es ningún pelotudo... o quizás sea un pelotudo que escribe bien y tiene una gran cabeza!