5.28.2008

pelusio, el espacio y el tiempo

Un joven se internó hace unos años, como tantos otros lo han hecho ya, en la Selva del Amazonas, donde reside desde tiempos inmemoriables Pelusio, el profeta más incomprendido del Mundo. Y del Universo también. El hombre estaba perdido: primero porque no sabía qué hacer con su vida, con su trabajo, con sus relaciones, y segundo porque estaba perdido de verdad. La selva es traicionera y todos los arbustos se parecen. Y lo buscaba a Pelusio entonces, para saber dónde estaba y dónde tenía que estar, cuál era su función en este planeta, qué hacer con su mísera y pequeña vida. Luego de unas horas de búsqueda lo encontró peinando una nutria, sentado en una roca, y con pasos silenciosos para no distraer al Maestro se acercó y preguntó tímidamente:

- Oh Maestro, por fin lo he encontrado. No querría molestarlo con pequeñeces porque soy conciente de los temas importantes a los que usted se aboca, pero estoy perdido… no sé cuál es mi lugar en el mundo… no sé cuál es el sentido de todo esto… no sé quién soy… no sé…

Y Pelusio, sin dejar de peinar su nutria, habló, y las ondas vibratorias de su voz sacudieron el aire hasta encontrar refugio en los oídos del joven:

- No saber nada es un buen comienzo. Yo también fui joven un tiempo. Dos o tres horas, pero lo fui. Y recuerdo haber escuchado aquella frase que dice que “la vida es un escenario en el cual nosotros somos los actores”. Me pareció cierta en un principio, pero luego pensé: no todos somos actores en esta vida: no todos estamos en el escenario. Algunos solo observan. La vida es entonces un teatro entero, no solo el escenario, y algunos actúan y otros ven. Pero después pensé: la vida es más que eso porque hay gente que ni siquiera ve, y solamente pasa caminando frente a la fachada del teatro, yendo a hacer trámites y demás, pero sin saber lo que pasa adentro. Y después: la vida es más que eso, puesto que hay gente que ni siquiera sabe que existe el teatro, no pasa ni cerca. Y así amplié mi cabeza llegando a la conclusión final. La metáfora no existe. La vida es la vida, el mundo es el mundo, un teatro es un teatro: el lugar que ocupes en esta vida es el lugar que ocupes en esta vida. Es decir, tu lugar en la vida es caca de oso, que es sobre lo que estás parado mientras yo te hablo.

El joven se miró las suelas de las zapatillas. Olía muy feo. Volvió a mirar a Pelusio, que se estaba yendo con su nutria y de espaldas le dijo al joven:

- Ese es tu lugar ahora. Cuando tengas que moverte, te moverás.

Las palabras de Pelusio rebalsan de verdad y sabiduría, y pueden hacernos mejores personas en cuanto entendamos la máxima principal: saber es mejorar. Y para saber hay que escuchar al Profeta, como aquel joven que se internó en la selva hace varios años y tan shockeado quedó con las palabras de Pelusio que aún hoy se lo puede encontrar allí, con la boca abierta en medio de la selva, pensando en cada una de las sílabas que salieron de la boca del maestro, parado sobre un enorme pedestal de caca de oso, con miedo a moverse, esperando una voz interna que le diga:


Ahora






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1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Nunca vi caquita de oso! ¿cómo es?